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EL SINDROME DE LA CAJA DE PANDORA

 

                                La relación de pareja posee dos dimensiones afectivas de cada integrante, en pleno noviazgo se demuestra lo mejor de sí, manejamos el arte de la seducción para conquistar a quien podría ser la persona que acompañe nuestra vida. Cada uno se muestra ser romántico, sensible y tolerante, se pone en juego lo conveniente para impresionar a su objeto amado con el objetivo de obtener la media naranja para que caiga rendido de amor a los pies. Pero todo conquista se muestra el rostro, pero no su verdadero corazón, razones que lo amargo aparece después de conseguida la presa, se demuestra la verdadera manera de ser de cada unos de los integrantes de la pareja. Conseguido el trofeo tan ansiado se posesiona la convivencia en el primer periodo de matrimonio continua en el primer tiempo el encantamiento y enamoramiento, pero aludiendo al libro del Principito “no se ve bien más que con el corazón. Lo esencial es invisible para los ojos”. La agresión familiar suele ser invisible en sus inicios con algunas palabrotas y después viene los golpes como el dicho de la escoba nueva, como siempre barre bien hasta los tres meses. Se quebranta la tolerancia y se desata la caja de Pandora con el vínculo violento de pareja con agresiones desde dichos verbales a actos violentos, al igual que el mito de Pandora, siendo la primera creación femenina por Zeus para castigar a Prometeo por darle la revelación a la humanidad del gran secreto del fuego. Para que Pandora como trampa tuviese más efecto por medio de Epimeteo la llenó de virtudes con otros Dioses como Hefesto la construyó de arcilla con forma, Afrodita puso la belleza, Apolo la música y sanación, pero Hermes dio la caja de Pandora que la mantenía llena de males con el objetivo de abrirla para castigar a toda la humanidad. La curiosidad le jugó a Pandora una mala pasada, saliendo todas las desgracias como plagas, pestes, tristeza, pobreza, crimen, etc. Cerrando la caja justo antes que saliese la esperanza, hasta no volver abrirla. Lo mismo ocurre para muchas mujeres que después del matrimonio deviene el maltrato y se termina toda la esperanza de la conquista y seducción. Los participantes juegan al amor, cada uno tiene que colocar lo mejor de sí mismo para lograr su trofeo, pero hasta cupido se olvida en la cotidianidad cuando fallece el encanto.

El síndrome del enamoramiento, se manifiesta que la persona elegida como cónyuge se disocia, significa que se niega el conflicto y sólo nos quedamos con lo que queremos ver, la idealización de la pareja, siempre venerando lo mejor que posee. Aludiendo a Joaquín Sabina con la canción Pisa el acelerador, cuando se abre la caja de Pandora en pleno matrimonio, “dentro de algún tiempo estarás acabada, metida en tu casa, haciendo la colada, nadie te dirá muñeca ven conmigo, dónde iras cuando no tengas un amigo, tarde ya comprenderás por qué te digo. Desconfía de quien te diga ten cuidado, sólo busca que no escapes de su lado, antes de que te aniquilen sus reproches. Cuando la ceremonia de vivir se te empiece a repetir, si en la película de ser mujer estás harta de tu papel, de dónde vienes eso qué más da, sólo importa a donde vas”. El juego del enamorado se termina con ser simpático, tolerante, comprensión y con mucho amor, debido a que se niega la agresión. La mujer maltratada encuentra en su hombre amado que saca cola y cachos cuando ella se equivoca. Nunca cuando se pololea, se debe aprender a percibir en cómo se enoja para conocer el temperamento agresivo de nuestra posible pareja ante las crisis para que no aparezca después la caja sádica de Pandora. Tenemos que innovar la patética mirada adolescente de tan solo considerar el síndrome de las maripositas en el estómago, por quedar atrapado en la subjetividad del enamoramiento, muestra mente opera tan solo el esquema emotivo y esperanzador con mucha sensibilidad, lejos de aprender a pensar de manera racional que la realidad va sufriendo cambios inesperados que todos mostramos lo que más nos conviene.

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